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Petlalcingo > Historia > Labranza de cera, el acto que enciende la fe rumbo a la festividad del Señor del Calvario
Artesano elabora velas a mano durante la labranza de cera en honor al Señor del Calvario, tradición religiosa previa a la feria de Petlalcingo

Labranza de cera, el acto que enciende la fe rumbo a la festividad del Señor del Calvario

Los días 4 y 5 de abril, en la casa de la mayordomía del Señor del Calvario, se llevó a cabo la tradicional labranza de cera, acto con el que inician las festividades religiosas en honor a esta imagen profundamente venerada en el pueblo. La celebración principal se desarrolla del 29 de abril al 6 de mayo, siendo el viernes 2 de mayo el día más importante de esta tradición, que ocurre cada año durante la segunda semana de Pascua.

La labranza de cera es mucho más que un oficio artesanal: es una manifestación viva de la fe colectiva. Este año, el grupo de artesanos elaboró 50 velas de cera pura destinadas al altar y 814 velas de parafina que alumbrarán el camino del Señor del Calvario durante su recorrido procesional, desde su templo hasta la parroquia, donde será venerado por una semana en su feria.

La comunidad elabora más de 800 velas como ofrenda al Señor del Calvario

La preparación de las velas comenzó días antes, con la colecta de leña y recursos comunitarios. En dos jornadas intensas, artesanos y colaboradores derritieron cera y parafina al calor del fuego, siguiendo técnicas heredadas de generaciones. El proceso incluye la preparación de las mechas, el sumergido en cera caliente, el punteo, destronque, bruñido y acabado, todo hecho a mano con precisión y devoción.

Este trabajo se realiza sin pago alguno, como una ofrenda de fe. En agradecimiento, la comunidad ofrece alimento a quienes participan. En esta ocasión se prepararon los tradicionales moles de dulce y de hierbabuena, acompañados con pollo y carne de chivo, respectivamente.

Mole tradicional y devoción, parte esencial de la labranza de cera en Petlalcingo

La preparación de la comida fue una labor comunitaria que también involucró días de trabajo y organización. Desde la selección de los ingredientes hasta la cocción al fuego de leña, las cocineras tradicionales entregaron su tiempo y sazón para alimentar a los participantes y a todas las personas que acudieron a compartir el momento.

Como es costumbre, los moles se convirtieron en un motivo de reunión para gran parte de los habitantes de Petlalcingo, quienes acudieron para degustarlos, convivir y refrendar su compromiso con esta tradición. El sabor y la calidez del alimento no solo alimentaron el cuerpo, también evocaron recuerdos y afectos familiares, como lo expresaron algunos de los presentes al recordar a sus madres y abuelas.

Artesanos mantienen viva una tradición que une fe y cultura en Petlalcingo

Durante la entrega formal del trabajo, Fabián Ramírez Méndez, representante del grupo de cereros, dirigió unas palabras en las que agradeció la invitación del mayordomo Israel González Camacho y el respaldo de su familia, así como el trato cálido recibido por parte de todas las personas que colaboraron en la cocina durante los dos días de trabajo.

“Muchas gracias, de verdad, muy sentidas. A lo mejor ustedes no lo creen, pero quienes ya perdimos a nuestra madre o a nuestra abuelita, sentimos que nos las recordaron con ese gran trato, con su sabor. Hubo personas que estuvieron al pendiente de nosotros, que se preocuparon y se ocuparon de verdad. Gracias, de corazón”, expresó con voz firme y sentida.

También agradeció al compañero Carlos de San Isidro, por su entrega constante en las diferentes mayordomías, y al maestro Constantino Demetrio, quien con sus más de 90 años sigue participando con la sabiduría que da toda una vida dedicada al oficio de la cera.

Finalmente, reiteró que el grupo está a disposición de la comunidad y reconoció a quienes ya partieron pero siguen presentes en el corazón de la tradición, como don Gregorio Méndez Hidalgo, Rodolfo Sandoval el ultimo cerero mayor y la compañera Ifigenia Arismendi.

La llama de la fe sigue encendida en la labranza de cera

Al finalizar la jornada de labranza, el mayordomo Israel González Camacho dirigió un emotivo mensaje de agradecimiento al grupo de cereros, reconociendo que su trabajo es una ofrenda hecha con fe, amor y sin remuneración.

“Lo que ustedes hacen es por amor al Señor del Calvario, y eso tiene un valor inmenso. Todo lo que se les brindó fue de corazón”, expresó Israel, al tiempo que pidió comprensión por los posibles errores durante la organización. Destacó que, aunque este es su segundo año como mayordomo, siempre hay detalles que mejorar, pero el compromiso y gratitud son sinceros.

También reconoció que aún hay mucho por hacer en el templo, no solo en la imagen del Señor del Calvario, sino en toda la obra que se está desarrollando. Agradeció a quienes han contribuido, ya sea con materiales, transporte o mano de obra, permitiendo que el proyecto avance, aun cuando los gastos han sido significativos.

“Nos sentimos bendecidos por tener la oportunidad de servirle y porque la gente ha respondido con generosidad. Esto solo es posible gracias a la fe que nos une”, concluyó, dejando claro que el esfuerzo colectivo es el corazón que mantiene viva esta tradición.

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